No sere feliz pero tengo marido pdf gratis


















La d e casada. Y , fin alm en te, este libro. H asta que la m uerte los separe. Casarse con un hombre es como com prar algo cpie una ha admirado po r largo tiem po en un escaparate.

Jean Kerr. L as m ujeres som o s m u y m alas aventureras. D efin itiv am e n te el hom bre n ecesitaba ciertas m od ificacio n es: E se corte d e pelo «batido» tan p arec id o al del P u m a, por ejem plo. Sillas p leg ab les alin ead as c o n tra la p ared le d aban al lugar la in tim idad d e la term inal de a u to b u ses de B uenos A ires.

Interrum pim os este m atrim onio para. Si tiene un vaso en una mano y el m ando en la otra. Si roncan, a ella n o le im porta. Si se les an to ja q u e los entreten ga en m itad d e la noche, ella radiante.

Y uxoricida. P ero no. S u m arid o es u n reprim ido. Ana von Rebeur. M u c h o p sicoanalista. M u c h o electro sh ock. Y o si llego a go zar, c o m ie n z o a sentirm e culpable P or el gol, claro. Q u e lo d isfru ten. Cindy Garner. L len a d e detalles. E lla lo m anda. A h o ra qu iero ir sola. Si no, n o arranca. Y o igual me fui. N o saben. P arece u n arado.

Uno, due, tr e. S o n llam ativas, im pactantes, h acen qu e se le salten los ojos. Woody Alien. Su resp u esta fue: «B ueno. Q u e falta n alg un as cositas, p e ro d u ran te el v e ra n o las liquidam os E sp ecialm ente dorm ir.

U tilice la c a sa d e al lado. Cualquier m ujer puede liberarse si lo desea. Primero tiene que convencer a su marido. M a rth a M itch ell. C o m o siem pre, referido a los m arid os. Se co n v ierten en algo c o m p arab le a un feto. L la m a a intervalos reg u lares d e m edia hora. N o es lindo. Erica Jong. Bueno, n o m e gustan. Inclu so los can tero s. H asta la tarea. U ste d es son una p a re ja perfecta.

Jug ar, n o hacerlo. Le dije:. Hcnny Youngman. En especial las sartenes. Y las ollas. C o c in o con violencia, co n resen tim ien to. P or lo tanto, no alm uerza, p e ro tiene p erm a n e n te m e n te un plato d e raviolis en el cereb ro. C o m e c o m o un desesperado. A lg u ie n tiene que hacerlo.

Y eso, eso es p recisam e n te lo q u e le piden. El m ism o sujeto que dice q ue es vegetariano. Se siente castrada p o r tener qu e e sta r sie m p re e n la cocina.

Y en to n ces p ro y ecta, in co n scien tem en te, castrar a su m a rid o y a sus hijos. Cualquier cosa que hagan las m ujeres deben hacerla dos veces m ejor que los hom bres para que se considere que son la m itad de buenas.

Charlotte Whitton. Y e s to m e lo han aseg urado m u c h as m ujeres inteligentes. P or co nsig uiente, u n a te rm in a c o m ie n d o asad o solam en te cuando ello s tien en ganas. S on do s co sas d iferentes. Q u e tu v iera autoestim a. Lana T urner. In g en u id ad residual, qu e le dicen. V en im o s d e fam ilias m u y diferentes. E llo s, p or ejem plo. Y le d a resultado. Es el que llevo puesto. Henny Youngman. U n o s m o d elo s fran cam en te indescriptibles.

E ntallados, c o n solapas anch as y los p an talo nes O x fo rd y sin bolsillos. Que te sienta como una mujer diferente Con el marido se va al supermercado, al vivero, a la casa de los suegros. Como los chicos, que se disfrazan de algo y creen que son ESO. Que somos unos antiguos Bueno, ahora ya es tarde. Yo me fui deslizando asiento abajo como queso derretido, hasta quedar hecha un ovillito en el piso del coche. Y todos disimulando, igual que yo. Aunque ahora vienen relujosos.

Cama redonda, juguetes por todas partes. Y claro, si no tienen ventanas. Nunca se ventilan. Se trata de una celda. Todo es muy lindo. Pero con el marido, no. No necesita cotejarlos en distintos espejos, de frente y de perfil. Ahora creo que te ponen a Luis Miguel.

O, al menos, a gente a la que una les conoce la cara. En realidad, ninguno de los dos quiere ver al otro en el despliegue total de sus instintos. Zsa Zsa Gabor. No, no. A un lugar elegante. Los dos solos O me va a pedir el divorcio. Una de dos. El asunto es que me siento rara. Una mentirita piadosa. Te encuentro en Recoleta a la una. A lo mejor te hace falta un laxante. Y, de postre, isla flotante con dulce de leche. En fin, que una no sabe lo que es la felicidad hasta que se casa.

Y entonces ya es demasiado tarde Calmantes no. Quiero estar consciente del dolor. Alerta para saber lo que me pasa. Enmascarar el dolor es peligroso, prefiero sufrir. Pero se resiste a descender a esos niveles. Y encima tienen otra boca que alimentar: la lombriz solitaria de la Nona.

De veras. Cada vez que uno toca el timbre en la casa de mis suegros, no abre nadie. A veces he llegado a pensar seriamente en estudiar medicina. Nada menos cierto. Doctor John Gray. Es que estuve enferma todo el fin de semana. Por ahora, igualdad de catarros no hay. Para tener derecho a enfermarse, una mujer tiene que estar en estado comatoso. Si no, nadie la toma en serio.

Por eso es que afirmo que si viene la Igualdad de Catarros, me van a ver presentando un proyecto. Un proyecto por el cual a toda mujer se le garantiza el derecho de quedarse en cama y ser eximida de cocinar, lavar, recoger a los chicos del colegio y visitar enfermos. Que venga la suegra y diga: «Nunca vi tu casa tan inmaculada. Cuando te cures, vas a tener que contratar una muchacha. Anoche hizo pato a la naranja y peras al chocolate. Y hoy vamos a comer fettuccini caseros con funghi porcini.

Estoy molido. Les aseguro que pienso vivir con ese chico hasta los ochenta. No hay nada que hacer: cuando una mujer se enferma, bien la fastidia la familia. Y de nada sirve exagerar para que se compadezcan de ella. Y conste que lo hago para ayudar al entendimiento entre los sexos. A desvelar ese misterio que para nosotras siempre ha sido el hombre.

Por eso no puede hacerlo en otro lado que no sea en su feudo. A los hombres, eso les encanta. Este ritual nos tiene confundidas a las mujeres, que no nos arrancamos el sujetador y la braga para leer la revista Para ti. Y en todo caso, si lo hacemos, los tiramos al cesto de la ropa sucia. Lo mismo el lavabo, con los restos de barba y espuma de afeitar. Pero no piensen que me estoy quejando de mi esposo. Aunque lo tengan a un metro, ellos, no lo reponen. Esa manita nerviosa que constantemente se posa, tiqui, tiqui, tiqui en la parte denominada por Marcelo Tinelli «los gobelins».

Y no disimuladamente. Por las noches, insomne, me hago esa pregunta. Y es que han servido para que entienda a mi suegra. Y ahora concuerdo con ella. Toda la noche apoyando a mi hombre. En no comer. Primero empieza la etapa del reproche y el lamento. Cuatrocientos pesos en la primera semana. Parece que es esencial, para cualquier «dietante» que se precie, la ingesta de abundantes leguminosas: de soja, aduki, habas Otro requisito indispensable son las fibras y cereales.

Una cosa es pretender ser «regular» y otra cosa «imparable». Pero el sacrificio de adelgazar se lo hace pagar a una. Un humor de perros. No por nada ella es una experta en dietas. No hay dieta que no haya probado. Correr no. Porque para entonces, ya abandonaste Sucede que anoche tuve una fiesta. Las casadas nunca aprendemos. Para nosotras ir a una fiesta es siempre como un cuento de hadas en el cual una va a sentirse por una noche como una princesa Pocahontas.

Claro, en su ingenuidad se creen tantas cosas. O sea, que hace bastante. Una va de pegote. Pero una no se entusiasma, porque ya sabe lo que va a pasar. Ya tiene experiencia Yo tengo un problemita. Yo estoy casada con «el animal de la fiesta». Muta, se transforma. Si vos tan fea no sos Nadie se acuerda. Pero yo no la escucho. Esto es por trabajo. Todas cosas de la oficina. Necesito contratar unas azafatas para un stand. A km por hora. Son capaces de excitarse hasta leyendo el manual del auto.

En la panza. No me contesten, porque la respuesta es obvia. A los hombres les pasa igual. Por otra mujer. Es que, aunque una sea una mujer hecha y derecha, con talento, interesante y sensible, a ellos les importa un bledo. El hombre disponible aparece con la misma frecuencia que el cometa Halley. El verano. Ya se sabe que los opuestos se atraen. Se vuelve exigente, sabe lo que quiere. Una ya los conoce demasiado. No pude encontrar respuesta. No le interesaba gran cosa el tema que se estaba tratando en la cena: la guerra en Bosnia.

Vivir con lujos, vestir ropa cara, pieles y joyas. Ascender en el trabajo. Tener auto. Hacer viajes al exterior. Conseguir un hombre que viva para ellas y no les haga perder el tiempo, como los de su edad. Del mismo modo, acaso, perciban que esa obediencia de alumna es irreal. Puede que no sean tontos como para ignorarlo. Pero igual les gusta. Lo necesitan. Ha llegado la hora de contratar un detective.

Todo esto, para evitar sospechas. Luego de eso, un largo y engorroso proceso hasta llegar al juicio de divorcio. Siempre me encomiendo a Dios y espero que sea lo de la calle Adela Rogers St. Alrededor nuestro todo el mundo se separa. En busca de romance.

Los consejos de especialistas que hemos escuchado. Todo el mundo era flaco. Es imposible confundirse. Por momentos las envidio a las «esposas trofeo», porque hay algo entre ellas y el marido, una mirada que dice: «Vamos a casa», mientras les brillan los ojos y las bocas se les llenan de saliva.

Corno dicen mis hijos: «El sexo legal no le interesa a nadie. Viajamos otros 4 km en silencio. Corno las elecciones, por ejemplo. A los gritos. Eso le lleva unos diez minutos. La verdad, que no era como yo hubiese imaginado la gala de mis bodas de plata. La realidad fue un poco diferente. Mis hijos decidieron «agasajarnos». Ya no. De alguna manera, esa gente representa mi futuro: sentados uno al lado del otro sin tocarse, clavando los ojos en el televisor por horas.

Si no, lo tiro. Yo debo haberle planchado mil ochocientas sesenta camisas, recogido cuarenta y ocho mil doscientos calzoncillos del piso. Era un racimo de uvas de la parra de mis suegros. A lo mejor el amor es eso. Que ya falta menos. A las mujeres no se les perdona que envejezcan. Jane Fonda. Desde luego.

Conquistar y ser conquistada nuevamente, practicar otra vez el arte del disfraz tan femenino, por otra parte , supone entonces un esfuerzo al que ya no me siento inclinada. Hasta ahora. Pero eso cuenta doblemente para nosotras. Ustedes, que son inteligentes, saben que a los cuarenta, una mujer funciona mil veces mejor con un amante de treinta. Y suele ocurrir cuando somos libres, como yo, sin ir.

Acaso porque me he psicoanalizado mucho y entiendo que ciertos anhelos distan de lo fantaseado una enormidad cuando se concretan. El saber que el otro nos conoce mejor que nadie. A lo mejor estaba loca. Cerrar sugerencias Buscar Buscar. Saltar el carrusel. Carrusel anterior. Carrusel siguiente. Explora Audiolibros. Explora Revistas. Explora Podcasts Todos los podcasts. En efecto, ahora, para colgar una prenda, me tengo que subir a un banquito, porque la barra est pegada al techo del armario.

Afirma, convencido, que la experiencia indica que en esos estantes de arriba nunca se guarda nada. Entonces, actualmente, los estantes estn abajo y la barra, arriba Despus se le ocurri hacer una tarima para apoyar el cubo de la basura.

La construy tan alta que, para catapultar la basura, antes tuvimos que entrenamos en baloncesto y esperar lo mejor. Tambin tuvo su etapa de la mampostera. Todo tena que ser fijo, encajonado, enmarcado. Incluso los canteros. Me los rode de una hilera de ladrillos, porque, si no, dice que se desmorona la tierra. Encajon en cemento la televisin, la nevera, el estreo, la lavadora, los artculos de limpieza. Una maana, medio dormida, me levant y, al estirar los brazos, descubr que los tena rodeados de libros y mi coleccin de campanitas: haba cercado la cama con una estantera.

Ahora la nica manera de subirme a la cama es por los pies. Con mis hijos le llamamos Nicho, no slo porque toda mi casa es una coleccin de nichos de material, sino porque tiene el carcter de Jack Nicholson, siempre irritable y con las cejas en actitud amenazante.

La gente ya comenz a darse cuenta de que tengo un marido hgalo usted mismo. Ya no puedo ocultarlo: somos los que colocan la antena de TV en medio de una tormenta, los mosquiteros agarrados con chinchetas, las puertas pintadas con ltex. Lo asombroso es que, en realidad, aunque l quiere hacer las cosas, no tiene nada de paciencia. Me pregunto si podras alcanzar detrs de la lavadora y poner este simple enchufe adentro de esa simple toma, arriesgu un da.

Veamos contest, primero necesito la Enciclopedia del Bricolaje, volumen Hacme el favor, busc el captulo Artefactos elctricos. Ahora and y tra mi cinturn Utilitario, mis guantes aislantes y mi casco de seguridad con luz incorporada. Y se meti ah, voluminoso como es. Dale le advert, rompme el dial con tu pezua nmero Mir, mejor dej que lo haga yo, suger al ver el desastre que se avecinaba. Esto es trabajo de hombres asegur con firmeza; vos and a terminar de palear la arena que sobr de cuando arregl la vereda.

Arregl, bueno, es un decir. La convirti en una escalera: una baldosa ms alta que la otra. Se meti ms atrs y, por fin, enchuf. Una sola patita, y la otra hizo masa no s con qu. Le peg una sacudida que fue a dar con la frente contra un grifo y se le hizo aicos el bulbo el bulbo que tiene en la frente del casco.

Pero reaccion de inmediato: levantando de golpe la nuca todava tiene la cicatriz. Se la peg contra el lavadero. Por fin se levant. Y se llev la manguera del desage con l Y ah fue cuando pronunci la frase del terror: Despus de la siesta lo termino.

Almorz, se tom una botella y media de vino porque era domingo y, a las siete de la tarde, cuando se tena que levantar, se hizo el enfermo. Al da siguiente, vino el tcnico y, viendo la lavadora con la manguera rota, los cables pelados y todas las tuercas por el suelo, sugiri: Le convendra comprarse una nueva, repuestos no hay porque es importada. Irnicamente, hay mujeres que me envidian.

Al menos hace algo, no como el mo. Ustedes son una pareja perfecta. Da gusto verlos a los dos, vos cortando el pasto y l echando veneno a las hormigas, vos lavando el auto mientras l limpia la guantera Son tan compafleros! Dejme contarte un secreto le confes. A m siempre me dio asco la mujer intil. Le tengo resentimiento porque envidio su habilidad para manejar a los hombres y ponerlos a su servicio.

Si naciera de nuevo, sera como vos. Cmo es que te llama tu marido? Gatita de seda? Bueno, el mo me dice ESMA.

Y eso me pasa por bocazas, porque al principio de nuestro noviazgo, observndolo tratar de arrancar un motor fuera borda, me hice la lista y le dije: Escuchme viejo, primero tens que poner el cebador para que llegue nafta al carburador, despus pons la palanquita en start y tirs de la cuerda. Desde ese da me ascendi a almirante y me toc estar en custodia del fuera borda. Tambin se me asign limpiar el filtro del acondicionador de aire, reparar la cuerda de tender la ropa, cambiarles el lquido refrigerante a los autos, arreglar las gomas de los grifos que pierden Jugar, no hacerlo.

Pero el paroxismo fue cuando hace poco se le ocurri construir un camastro de dos plazas, segn uno de esos libros de bricolaje que ensean a hacerlo en seis fciles lecciones.

Si llegaba a terminarlo en seis aos, iba a constituir un milagro, teniendo en cuenta que otra de las caractersticas de su personalidad es que, cada vez que hace algo, decide agregarle anexos: inodoro, bar, cocina americana Lo cualpensndolo bien no era mala idea. Le dije: Por qu no le agregs tambin una biblioteca? As, al cabo de los seis aos, tens un lugar donde mudarte despus del divorcio. A mi mujer le encanta la cocina: especialmente si est hecha en un restaurante, Hcnny Youngman.

La verdad es que estoy harta de mis compaeros de trabajo. Qu estn pensando? Que me refiero a la computadora, los libros, los lpices? Ellos son slo un pasatiempo en mi vida. Mis verdaderos compaeros de trabajo son el plumero, el detergente, la aspiradora y las sartenes. En especial las sartenes. Y las ollas. Es all donde verdaderamente me desarrollo como persona: oliendo a cebolla, corriendo para que no se incineren las patatas fritas y con agua jabonosa chorreando por las manos.

Eso se lo debo a mi madre, que me educ como para que mi vida fuese un cuento de hadas: La Cenicienta. Y mi marido, el prncipe hambriento que todos los das me tortura con la pregunta que confirma que estoy viva: Y hoy qu comemos?

Trato de tomado filosficamente y me digo: Cocino, luego existo. Entonces, para hacer frente a semejante desafo diario me he quemado las pestaas haciendo cursos de cocina y leyendo los libros de los chefs Gato Dumas, Francis Mallmann y otros.

Es que si una est dotada de cierto amor propio, no puede dejar pasar as como as ciertos comentarios. Sin ir ms lejos, cuando ramos recin casados, me dijo: Lo bueno de tu comida es que no crea hbito. Se ve que me faltaba aprender. Ser por eso que en nuestro primer aniversario me regal un libro de cocina: Cocina moderna para la mujer fcil.

Y agreg: Desde hoy dej de sacar las recetas de Mecnica popular. Fue as como me convert en la excelente cocinera que siempre fui. Pero, ltimamente, no s qu me pasa Cocino con violencia, con resentimiento. Cuando pico y corto sobre mi tablita, aprieto los dientes murmurando cosas como: Ya van a ver, desgraciados. Me estar rebelando? Digo, porque el otro da cuando l llam como siempre a las tres de la tarde para averiguar qu haba de cenar, le colgu y dej un cartelito pegado en la nevera que deca: Sal por un rato y no creo que vuelva ms.

Es que este hombre, como es gordo, vive a rgimen eso supone l. Por lo tanto, no almuerza, pero tiene permanentemente un plato de raviolis en el cerebro.

Miren si estar gordo que la baera ya tiene estras Come como un desesperado. Cuando toma la sopa, las parejas se levantan y empiezan a bailar.

Y yo no s por qu me siento como agarrada en falta si a las tres de la tarde no estoy preparando ya el pan nuestro de cada da. Me pongo nerviosa y lo trato mal. Y despus le pido perdn. Ms que nada cuando ya tengo todo organizado, y la escena es ms o menos as: Qu hay de cenar? Bueno, tengo alcachofas, pastel de carne y macedonia de fmras. Qu lstima! Ya me tiene donde quera.

Me hubiera gustado un pescadito Y ah va Viviana, en mnibus porque yo ya no tengo ms auto; lo usan mis hijos. Y en mi barrio no hay pescadera. Tengo que viajar hacia un centro comercial. As que, se imaginan, yo, con mi besugo bajo el brazo, envuelto en papel de peridico. Y la gente mirndome raro, cuando soy una persona que se baa varias veces al da No s decir que NO.

Si me piden Ranas Toro a la Provenzal, soy capaz de ir a cazarlas a las zanjas que hay cerca de mi hogar. En mi casa, esto lo desempea un grupo de tareas formado por una nica persona: yo. Y cul era el lema de estos grupos durante la represin? Alguien tiene que hacerlo. Una abarrota los estantes y al segundo da lo nico que queda es un tomate podrido y una loncha de jamn envuelta en un papel mojado porque mi nevera llora, como yo.

Y as traiga todo, siempre falta algo. Yeso, eso es precisamente lo que le piden. Pero cmo, no hay salmn ahumado? Me voy a McDonald's. Se va a McDonald's para hacerme sentir una mala madre! El mismo sujeto que dice que es vegetariano. Al que hay que hacerle comida especial: que carne no, que alimentos envasados tampoco. Que solamente gramneas, pescados y hortalizas y todas esas cosas raras que comen los conversos. Aqu me gustara dedicar un pequeo prrafo a los nios y la comida.

Las criaturas, ya se sabe, son los comensales ms desconfiados que hay. Son capaces de comer cualquier cosa: barro crudo o cocido, piedras, dentfrico, lpices, peces de la pecera, colillas, comida para gatos, pero trate una de forzarlos a probar una cucharada de polenta y la miran con cara de prisioneros en un campo de exterminio nazi.

A m me han escupido tanta comida en la cara cuando chicos, que llegu a necesitar gafas con limpiaparabrisas. Pero ahora ya son grandes. O sea que la cosa no es tan fcil. No se soluciona con pedagoga, o sea con un buen soplamocos. Fjense, si no, en la cena de anoche. Yo, de pie todo el tiempo friendo buuelitos de acelga. Dos mil trescientos buuelitos. Es un acto heroico que se hace por amor a la familia. Porque durante dos horas, una no se sienta mientras ellos comen y charlan. Pero, qu quieren que les diga: para m el ritual de la cena es sagrado, es el nico momento del da en que estamos todos juntos y nos comunicamos.

Mi ltimo dilogo sobre comida con mi marido fue aproximadamente as: Qu quers comer, querido? Me da igual. Hay callos. Odio los callos. No era que te daba igual? Si hablaras ms, a lo mejor podra enterarme de lo que quers.

Qu quers que te diga? Me ams? Qu pregunta! Declo, declo! Est bien, te amo. No lo digas como si estuvieras comprndoles un cupn a los ciegos. Te amo. No te creo. Por qu ser que a los hombres les cuesta tanto demostrar sus sentimientos? Por la misma razn que a ustedes no les cuesta nada demostrar lo que no sienten. En fin, que gracias a la comida llegamos a tener ms o menos profundos acercamientos.

La verdad es que descubrimos que el sentido de nuestras vidas y de nuestra pareja era la comida, hace bastante. Exactamente cuando volvimos de la luna de miel. Nuestra prxima comida era la razn de nuestra existencia, la base de nuestra comunicacin. Todo era as: Qu hay de almorzar? Qu quers que prepare? Descongelaste la carne? Qu pasa que no coms? Est muy cruda? Pero la noche de los buuelos, ya estaba tomando forma dentro de m esta sublevacin.

De pronto no aguant ms y dije: Che! Pero qu pasa? A m nadie me habla? No digas eso, mam. Obviamente no contest ya se sabe que la locura es hereditaria: se hereda de hijos a padres. Me limit a seguir escuchando el sonido de mandbulas que en un segundo trituran y degluten lo que a una le llev horas preparar. En eso, no s de dnde me sali, no s: Tengo un tumor en el hipotlamo.

Y qu espers para ir al mdico, dejada? Esta vez era la voz de mi cnyuge. Me sorprendi que al menos contestara, porque la verdad es que es tan conversador, que si sigue as voy a tener que asistir a las reuniones de Alcohlicos Annimos para hablar con alguien o convertirme en vidente para adivinar lo que piensa.

Ya no pude ms y comenc a sonarme los mocos con el delantal, entre sollozos, sentada en el piso de la cocina en posicin fetal. Debo haber actuado muy raro, porque esta maana el hombre de mi vida me llev otra vez al siclogo.

Doctor le dije, ante todo quiero que sepa que padezco unas pesadillas horribles. Sueo todas las noches que corto y corto y corto con mi cuchilla sobre mi tabla de picar Y qu corta, seora? De todo, todas las cosas que cocino Corta zanahorias? S, claro. Y chorizo colorado? Por supuesto, cuando hago lentejas. Y nabos? Tambin corta bananas? Ms vale, doctor, cuando hago macedonia de frutas. Est clarsimo lo que a usted le pasa. Usted tiene un complejo de castracin.

Se siente castrada por tener que estar siempre en la cocina. Y entonces proyecta, inconscientemente, castrar a su marido y a sus hijos. Doctor, slo estoy harta de cocinar. Me fui pensando que al mdico no le faltaba razn.

Tal vez no estuviese fantaseando castrar a nadie, pero por qu no en envenenar? Fritangas, colesterol, toxinas y sodio podran formar parte de un nuevo men que me permitiera zafarme de este yugo Pero no, mejor no.

Para convertirme en enfermera, infarto mediante, hipertensin mediante, hepatitis crnica mediante, lcera mediante? No, enfermera, no. Mejor me callo y sigo de cocinera. Cualquier cosa que hagan las mujeres deben hacerla dos veces mejor que los hombres para que se considere que son la mitad de buenas. Por suerte, esto no es difcil. Charlotte Whitton. Qu mal me ense mi pap! Lo que no me advirti es que si me meta en las filas de los que hacen y yo me puse de ese bando , iba a estar rodeada de gente que slo mira.

Tarde o temprano, entonces, una se plantea lo siguiente: Conviene ser autosuficiente, competente, eficaz, o es mejor ser una intil? Quin lo pasa mejor? La mujer luchadora, resolvedora de cosas, la que dice: Se rompi la plancha. Vos dejmela a m, que yo la arreglo, o la incapaz asumida y feliz, que pone cara de carnero degollado y dice: Ay! Yo no s, pregntele a mi marido.?

Bueno, ya tengo la respuesta: como mujer es mejor ser una nula. Como ser humano, no. Pero en esta sociedad eso no importa. Si a una le sale fcil, obtiene ms rditos hacindose la tonta. Y esto me lo han asegurado muchas mujeres inteligentes. Jams olvidar el da en que me toc entrevistar a la diputada Florentina Gmez Miranda para una revista y me confes: Pobre, mi marido!

Lo enga todos estos aos! Y por qu hizo eso? Porque, si no, hubiera tenido que pasrmela cebando mate ah al ladito de l, inmvil, ya que no hay nada ms esclavo que cebar mate.

De esa manera, l se lo cebaba solo y a veces me traa alguno a m, mientras trabajaba. Deb haber aprendido de ella. No tener el falso orgullo de decir: Ah no, que nadie vaya a pensar que yo no s hacer esto! Ahora ya lo s porque soy una mujer de experiencia. Y experiencia dice un refrn es lo que obtienes cuando no obtienes lo que quieres. Como la peregrina ocasin en que decid hacer un asado. Fue un da en que exclam: Estoy harta de depender de un hombre cada vez que quiero comer asado!

Cuntas veces hemos pasado por esta situacin: Gordo, por qu no hacs un asadito? No, hoy no tengo ganas o Voy a llegar tarde porque tengo partido de tenis. Por consiguiente, una termina comiendo asado solamente cuando ellos tienen ganas. Que los hombres nos sometan permanentemente al asqueroso chantaje de la carne, vaya y pase, pero el chantaje de la carne a la parrilla, ya es demasiado.

Cmo es posible que una mujer resuelta y corajuda como yo admita eso? Eso de andar humillndose, pidiendo, rogando, casi con miedo: Querido, te gustara, tens ganas, cmo ands de nimo para un asadito? As que decid resolver esta situacin como lo hago siempre: ponindoles los pechos a las cosas.

Despus de todo, si bien nunca haba hecho un asado, de observar conoca perfectamente los pasos a seguir. No poda fallar Aunque los varones siempre anden compitiendo y haciendo un misterio de su tcnica, como si se tratara de la habilidad para abrir una caja fuerte. Me levant a las seis de la maana. Cmo para qu? Para comprar la carne, el carbn, la ensalada de berros, los pimientos rojos, los limones, el ajo, las patatas.

Todas esas cosas que cuando los maridos hacen asado es una quien las prepara. Esta vez, adems de ser yo la que se encargaba de todo: ensaladas, chimichurri, tambin me tocaba hacer el asado. El hombre normalmente empieza media hora antes. Total tiene un squito de ayudantes que revolotean a su alrededor como la corte de los milagros: mujer, hijos, empleada y hasta el perro que le alcanza las ramitas. De manera que, precavida, empec temprano. Llegu a casa y me puse a limpiar la parrilla, que haha quedado sucia de la ltima vez.

Por supuesto que con el invalorable asesoramiento de l. Con el ceo fruncido como si me hubiera atrapado coqueteando con otro y dndome consejos paternales. S, debo admitir que cumpl el sueo secreto de toda mujer: casarme con mi pap sin matar antes a mi madre. Apoyado, as, displicentemente, contra la pared con los brazos cruzados, l me alentaba: Qu hacs, qu hacs, dame para ac! Cmo vas a raspar la grasa de la parrilla con mi cuchillo de carnicero?

Le vas a arruinar el filo! Y me lo arrebat de las manos lo mismo que si hubiera rescatado de la destruccin un jarrn de la dinasta Ming. No importa. Empec a preparar el fuego mientras salaba la carne de cerdo. Lo vas a salar antes? Cre reconocer un tono de advertencia en su pregunta. Como si me encontrase a punto de desatar algo irreparable, una catstrofe ecolgica, sin ir ms lejos.

Una equivocacin que debera pagar por el resto de mi vida Ante la duda, le enjuagu toda la sal bajo el grifo y proced a preparar las mollejas como lo hace mi padre, que les da un hervor previo y despus las corta en lonchas para que se desgrasen.

Pero mientras las mollejas hervan en la cocina, volv al quincho para ver si ya estaba la brasa. Estaba, de manera que fui poniendo el pollo y el cerdo. Todava no aprendiste a abrir el pollo como rana?

As se te va a quemar la pechuga, sugiri en un silbido entre dientes. A esas alturas ya empezaba a surtir efecto el trabajo sicolgico, porque, en mi amor propio herido, saqu el pollo de la parrilla y me puse a trocearlo tipo rana, ms o menos segn lo que yo me acordaba. No fue fcil, sobre todo con un cuchillo comn, porque la cuchilla afilada la tena l calzada en la cintura y a buen recaudo, al mejor estilo malevo.

Empecinada, lo logr: qued tipo rana. Una rana invlida. Lo penoso fue que en esa empresa me olvid de las mollejas. Cuando volv a la cocina haban hervido tanto, que parecan sesos. Ya slo podan servir como esponjas para lavar los platos.

Qu vas a hacer! Las vas a tirar? No, no, yo me las como igual. Y empec a engullir esos pedazos de neopreno poniendo cara de que estaban deliciosos. Todava me faltaba limpiar los berros. Hoja por hoja. Pero, para ganar tiempo, puse los pimientos sobre las brasas para que se fueran asando. No me atrev a pedirle que los vigilara.

A esas alturas ya haba comprendido que para ciertos varones con todo lo que hay que tener bien puesto debe significar algo as como una violacin contranatura que una les demuestre que puede arreglarse sin ellos para hacer ciertas cosas.

Adems, l me segua por toda la casa como un acompaante teraputico encargado de vigilar los pasos de una demente recin dada de alta. Si yo estaba en la cocina, l ah, al lado mo, sembrando la duda y el pnico: Te vas a quedar sin fuego. Corr al quincho a agregar ms carbn y l me record admonitoriamente que haca seis meses que ya no pagbamos el seguro contra incendio.

No te preocupes le manifest, el da que decida incendiar la casa, lo voy a hacer con vos solo adentro. De manera que una vez muerto, ya no tendrs nada de qu preocuparte. Volv a la cocina y continu con los dems preparativos. A propsito, pega asado con pur? Ya me pareca que no. Es que, corriendo al perro que se haba robado la ristra de chorizos por el jardn, perd diez minutos y las patatas para la ensalada se haban desintegrado como mis ilusiones de salir airosa en esta empresa.

Rescat los chorizos, los lav en agua con vinagre y los puse en el fuego. As nos envenens todos los das? Pero si el fuego mata todo Yo eso no lo como. Hice como que no haba odo y volv a asarme frente a la parrilla, mientras recordaba a la diputada Florentina Gmez Miranda, que us la inteligencia a su favor, no en su contra.

Acababa de descubrir que no es lo mismo ser inteligente en la fsica nuclear que en el amor y las relaciones. Son dos cosas diferentes. No fue as. En cambio todo el mundo pretendi utilizarme y, adems, con derecho a criticar. Las mujeres, en nuestro pequeo papel de tiranas domsticas, intentamos compensar esa falta real de poder, reinando sobre cosas pequeas: la limpieza, el orden y ahora Repito, admiro a aquellas que pueden dejar de lado el amor propio y aprovecharse del rol algo bastardo que nos toc en suerte, sin importarles lo que nadie piense de ellas.

Mi madre, por ejemplo, no aprendi a rellenar un cheque hasta que lleg a los cuarenta aos y, sin embargo, lo pasaba regio. Yo firmo cheques y nunca tengo un peso, aunque trabajo. Mi pap quera que mi madre fuera as, pero que yo fuera diferente. Que tuviera autoestima. Por suerte, no pudo verme aquella noche del asado, en que casi casi estuve a punto de hacer lo que siempre hago cuando me siento acorralada.

Usar la ms poderosa fuerza hidrulica del mundo: lgrimas de mujer. Lgrimas de mujer! Un hombre de xito es aquel que gana ms dinero del que su mujer puede gastar. Una mujer de xito es aquella que puede encontrar un hombre as. Lana Turner.

Ayer a la noche, mi cnyuge lleg a casa con gesto de lobo y se me abalanz encima al grito de Te la voy a romper! Te la voy a romper! No s por qu supuse que se trataba de una invitacin a la lujuria. Ingenuidad residual, que le dicen. Se refera a la tarjeta de crdito.

Esa maana le haba llegado el resumen a la oficina. Yo no niego que gastemos mucho, pero somos dos personas! Y dos animales mis hijos, que comen como bestias. Lo que acontece es que el jefe de este hogar es un tipo muy especial con el dinero. A l le gusta gastar, pero cuando llega el momento de pagar siente el mandato atvico de montar un escndalo. Se ve que es algo que le viene de la cuna. Es como un rito que l practica.

Como si rezara una letana Para describirlo sin exagerar, se pasa dos horas caminando en crculos y levantando y bajando la cabeza, que se agarra con las manos mientras profiere el siguiente mantra: Vos me vas a arruinar, vos me vas a arruinar.

Entonces, yo qu hago en ese momento? Me quedo dura como una esfinge, con los ojos fijos en un punto y pienso como los chicos cuando los castigan: Ya va a pasar, ya va a pasar. Aguant un poquito ms, Vivi, y ya pasa. Bueno, si anula la extensin de su tarjeta, ya no le queda ms nada por quitarme.

Slo me restar seguir dedicndome a la literatura fantasma. Me refiero a que todos los das leo un libro con las pginas en blanco: mi libreta de cheques. Llego a hacer un gasto sin consultarlo y esa noche no podemos dormir en la misma habitacin sin abrir las ventanas para dejar salir la hostilidad. Ahora, yo me pregunto, un hombre no es cmplice en los gastos, cuando todos los das dice: Hagamos un asado para diez, hagamos una cena para quince.

Invitemos a fulano a comer a tal lugar. Para las vacaciones invit a mis padres, mis sobrinos y el barman del club con su seora a pasar unos das.? Todo eso de dnde cree que sale?

Entonces viene con la liquidacin de la tarjeta de crdito y te la interpreta con aires de inspector impositivo: Qu es Blanco no s cunto? Unas sbanas que compr para los cuartos de los chicos. Pero no ves que no tens control! Sos un mono con una navaja! Si no hay sbanas que duerman sobre toallas, gracias que tienen cama. Bueno, vos sabas cuando te casaste conmigo que soy una mujer bien cara, ironizo. S, carsima!

Me compr como cuatro lpices de labios en cinco aos pero baratos, para que l pudiera seguir haciendo festines y comilonas y continuar engrosando su coleccin de cortaplumas y cuchillos importados que para eso s hay dinero. Lo que ocurre es que l es un convencido de que el dinero no hace la felicidad. Por eso no quiere que gaste, porque quiere verme feliz.

Es todo una cuestin de educacin. Venimos de familias muy diferentes.



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